La caída de Ignacio Coronel Villarreal, alias "El Nacho", considerado el número tres del Cartel de Sinaloa, se presenta a primera vista como una importante victoria para el gobierno del presidente de México, Felipe Calderón.
Coronel, quien murió durante un enfrentamiento con soldados del ejército, era uno de los hombres más buscados en México y Estados Unidos. En este último país -donde se le acusaban de traficar grandes cantidades de drogas química- se había ofrecido una recompensa de US$5 millones por su captura.
"El Nacho" era considerado el tercero en la línea de mando del cartel de Sinaloa, uno de los más fuertes de México y con presencia en varios países de América Latina.
El gobierno de Calderón mantiene desplegados a miles de militares en su lucha contra el narcotráfico.
Calderón ha apostado buena parte de su capital político a la guerra abierta contra el tráfico de drogas.
Y aunque algunos expertos valoran el golpe dado a la organización delictiva este viernes, igualmente reciben la noticia sin lanzar las campanas al vuelo, con cautela.
"Esto va a tener un impacto temporal en el mercado de las anfetaminas. Alguien va a terminar por ocupar su lugar", dijo el analista Alberto Islas, quien calificó la noticia de "una victoria a medias".
El corresponsal de BBC Mundo en México, Alberto Nájar, apunta que el Cartel de Sinaloa es el "grupo de narcotraficantes más antiguo del país" y que "ya han pasado por esto antes".
"Esta organización se caracteriza por su capacidad para sobrevivir. Saben cómo hacer frente a este tipo de crisis", agrega Nájar. MAS
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