August 5, 2010

Las Lagunetas espera llegada del desarrollo


LAS AUTORIDADES SÓLO SE ACERCAN A BUSCAR LOS VOTOS, MIENTRAS LA POBREZA LOS ARROPA
Jhonatan Liriano
jhonatan.liriano@listindiario.com
Las Lagunetas, San José de Ocoa
El camino inclinado y estrecho es de tierra. Las mariposas amarillas lo cruzan y recorren con total libertad, indiferentes al paso del vehículo de motor que se acerca.
A la derecha, donde la cuesta comienza a ceder, está la casa de Dilcia María Minyetty Díaz, mujer de 70 años y de piel quemada que siempre se ha ganado la vida con la venta de guandules, yuca, y animales de crianza, pero que hoy no tiene nada que ofertar, “porque la cosa está difícil”. Su humilde vivienda, ubicada a tres metros de un barranco, da inicio a una hilera de casas de hojalata, tan pobres como el resto de Las Lagunetas.
Justo en la entrada de esta comunidad se levantan los arboles de jobo que hacen las veces de parque central, junto a tres bloques de cemento usados como bancos.
“En la semana puedo echar hasta tres días. Me pagan trescientos pesos por día, cuando hay trabajo. Ahora  mismo no hay mucho”, dice Jairo Solano Minyeti, veinteañero que nunca pasó del cuarto curso de la primaria. A su lado, bajo la sombra de jobo, otros tres muchachos se sientan a matar el tiempo.
No son los únicos. Recientemente una larga sequía afectó la producción agrícola, y dejó sin trabajo a decenas de campesinos de la zona. Las tierras reverdecidas necesitan semillas, fertilizantes y sudor para volver a producir lo necesario.
Desde el “parque” puede verse cómo algunos adultos conversan bajo el sol del mediodía. No hacen otra cosa porque no hay flujo eléctrico, y porque, a la hora de la comida, falta qué echarle a los calderos vacíos. El hambre también se refleja en los muchachos que embullan el estómago con pepinos recién cortados. Un pepino, con 97 por ciento de agua en su composición, puede ser el plato fuerte de cualquier joven de Las Lagunetas, cuenta una voz conocedora del lugar.
“Aquí se come lo que se produce, y si no se produce nadaÖ”, dice, mientras recibe los saludos de los laguneros.
Producción y futuro
Las mujeres de la comunidad tienen un sistema de invernadero de 300 metros cuadrados, y los conocimientos necesarios para operarlo. Pero no cuentan con los recursos necesarios para ponerlo a producir. Josefa Amarilis Andújar, presidenta de la Asociación de Productoras Hermana Mirabal, cuenta que unos “americanos” traídos por la Junta de Desarrollo de Jarabaoca se encargaron de instalar el proyecto, del que consiguieron sacar varias cosechas de ají. Hoy las mujeres necesitan semillas, fertilizantes, reparación de la malla protectora y otras ayudas antes de retomar los cultivos. MAS

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